Los valores perdidos

afectan nuestras relaciones

Dicen que la adversidad que atravesamos es consecuencia de una crisis de valores. En paralelo y en numerosos discursos en distintos ámbitos hay una permanente llamada en este sentido: ¡Hacen falta valores! ¡Necesitamos volver a los valores! ¡Tenemos que recuperar los valores! …Pero, ¿sabemos cómo nos impactan? ¿Estamos dispuestos a modificar nuestros comportamientos, nuestras actitudes y ambiciones?

Desconocemos dónde están y que forma tienen los valores. Nadie puede comprarlos, ni sabemos su precio. Lo que sí conocemos es el costo que estamos pagando por haberlos dejado de lado. Vemos empresas que se apoyan en la gestión por valores con la intención de vertebrar de alguna forma la cultura interna hacia una rectitud corporativa en el desempeño de la actividad profesional e industrial que desarrollan. En ocasiones los vemos enmarcados y colgados a la entrada del edificio o en los ascensores, y estos valores, que encuentro artificiales, me llevan a pensar… ¡Soñaba el ciego que veía y eran las ganas que tenía!

Los valores en la sociedad empresarial siguen siendo tema de conversación, pero solo tema de conversación. Creo que falta entrar en acción a fondo. Bastará con que gestionemos nuestros negocios, empresas y organizaciones como si se tratase de nuestra única y más valiosa oportunidad de causar una buena e inmejorable impresión en todo aquel con el que tratamos diariamente: equipos, compañeros, clientes, proveedores y colaboradores para que veamos su efecto. Ofrezcamos un trato a nuestros interlocutores como si nunca fuésemos a tener una segunda oportunidad para esa ocasión en la que estamos inmersos. Para ello propongo nueve valores: honestidad, honradez, coherencia, integridad, humildad, responsabilidad, generosidad, aceptación y lealtad.

Comencemos despegando con la honestidad, que es ser sincero con uno mismo y además tener una intención limpia. Sigamos con la honradez, que es ser sincero y limpio de intención pero en este caso con el otro, con aquel con el que nos relacionamos. Para abundar en los valores, debemos entrar en la humildad que, bien entendida, pasa por decir la verdad sobre uno mismo, el propio negocio o la función que desempeñemos, siempre sin apariencias, reconociendo lo sombrío o mejorable si hace falta y aportando con llana generosidad lo brillante de nuestras capacidades o habilidades de gestión.

Volver a los valores pasa por ser generoso, pero generoso de uno mismo, con independencia de que tengamos más o menos medios materiales y/o económicos. Entregar la mejor actitud, la mejor escucha, la mejor capacidad de comprensión, también pasa por entregar la mejor exigencia personal y profesional, la que nos convierte en ejemplo para los demás. Una persona que es ingeniosa, ingenia; una persona que es generosa, genera. Generemos con ingenio ese ámbito de valores que tanto echamos de menos.

En este ejercicio de volver a los valores nos encontramos de frente con el ego. La pose que nos impide vivir desde la naturalidad de nuestro ser. El ego es enemigo directo de los valores, pues se los salta para poder existir. El ego es una falsa existencia que desgasta al que lo enarbola y además lo conduce a la ansiedad. Es una falsa identidad construida sobre mentiras y falsedades que han de ser mantenidas en el tiempo con esfuerzo y artificio por miedo a ser descubierto. El ego no dice la verdad de uno mismo ni dice la verdad a los demás. Lejos de generar algo, lo que hace es succionar y debilitar. Lejos de aportar, lo que hace es llevarse para sí algo engañosamente merecido, arrebatándoselo a los demás y argumentándolo como justificable.

Todos los profesionales somos responsables de generar riqueza, debemos desplegar valores y ser coherentes en el proceso. Si nos pronunciamos de una manera, deberemos comportarnos en consecuencia, en caso contrario, mejor ser prudente y permanecer en silencio ya que el mensaje que lanzaremos o el comportamiento que desplegaremos será demoledor contra nuestra persona y por supuesto contra el entorno profesional. Cuando combinamos la honestidad y la honradez, y las vivimos con autenticidad, de forma coherente en nuestra forma de vivir, logramos ser íntegros. La integridad es percibida de forma inmediata por nuestro entorno personal y profesional.

La aceptación es otro valor que conviene recordar. Aceptar al otro es comprender su situación y características dentro del legítimo derecho que tiene de existir de la manera en que existe. Podemos aceptar a alguien y a la vez no compartir su perspectiva sobre un asunto, igual que cuando viajamos a cualquier país con choque cultural aceptamos su cultura aunque no la compartamos. En el momento en el que hay falta de aceptación del otro, entramos en conflicto. Dentro de las empresas la falta de aceptación mezclada con una dosis de ego dan como resultado el ya habitual mobbing. Cuando se produce mobbing entre países o culturas lo llamamos guerra.

La envidia nunca puede ser sana, siempre será nociva. Normalmente o envidiamos o admiramos a alguien. Admirar a alguien por una promoción es sano, tenerle envidia sana es envidiar. El reconocimiento debemos extenderlo a todas las personas con las que trabajamos y convivimos. En el reconocimiento va implícito el respeto, otro valor que es necesario recuperar. Admirar y entregar reconocimiento con respeto a un compañero al que, aunque no compartamos sus perspectivas, aceptamos tal cual es, nos hace ser coherentes y humildes, algo que bien podemos ejercitar a diario. Esto mismo pasa cuando desplegamos lealtad, que es permanecer junto a una persona o causa con independencia del cambio de criterio o circunstancias vividas en el tiempo.

De todos nosotros y del tinte que le demos a las relaciones con nuestros colaboradores, con nuestros equipos, con nuestros clientes y con nuestros proveedores, depende que vuelvan los valores. Si queremos apostar por ellos y recuperarlos, debemos tener valor para comportarnos desde ellos, incorporándolos a nuestro día a día profesional. Creo que es el momento de empezar a ofrecerlos de forma sistemática.

Gandhi…

una historia de etica y no-violencia

Mohandas Karamchand Gandhi

Entre los grandes teóricos que modificaron la configuración política e ideológica del mundo en el siglo XX, figura este hombre de austeridad inflexible y absoluta modestia, que se quejaba del título de Mahatma (‘Gran Alma’) que le había dado, contra su voluntad, el poeta Rabindranath Tagore. En un país en que la política era sinónimo de corrupción, Gandhi introdujo la ética en ese dominio a través de la prédica y el ejemplo. Vivió en una pobreza sin paliativos, jamás concedió prebendas a sus familiares, y rechazó siempre el poder político, antes y después de la liberación de la India. Este rechazo convirtió al líder de la no-violencia en un caso único entre los revolucionarios de todos los tiempos.

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en un remoto lugar de la India, en la ciudad costera de Porbandar, del distrito de Gujarat. Este era entonces un mosaico de minúsculos principados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto sobre la vida de sus súbditos. Su padre, Karamchand Gandhi, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a la casta de los banias, mercaderes de proverbial astucia y habilidad en el comercio. Su madre, llamada Putlibai, procedía de la secta de los pranamis, quienes mezclaban el hinduismo con las enseñanzas del Corán. Era una mujer profundamente religiosa y austera que dividía su tiempo entre el templo y el cuidado de los suyos, amén de practicar frecuentes ayunos. En la formación espiritual de Mohandas, que sentía un ilimitado amor por sus padres, además de la adoración a la diosa Visnú que profesaba la familia, concurrieron una serie de culturas y credos amalgamados: el hindú, el musulmán, el jain. Este último tuvo especial influencia en su filosofía: los jains practicaban la no-violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino incluso con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.

Ejemplo típico de tardía genialidad, Mohandas fue un adolescente silencioso, retraído y nada brillante en los estudios, que pasó sin llamar la atención por las escuelas de Rajkot. A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad llamada Kasturbai, de quien estaba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó una culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.

Como sus calificaciones no mejoraron en el instituto, la familia decidió enviarlo a Londres para seguir los cursos de abogacía del Inner Temple, cuyas exigencias eran menores que las de las universidades indias. Con tanto miedo como excitación, el muchacho se embarcó en Bombay en septiembre de 1888. Tenía diecinueve años y acababa de ser padre por primera vez. Antes de partir había prometido solemnemente a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, dado que el visnuismo lo prohibía. Varias veces en su adolescencia había transgredido tal norma, impulsado por un amigo que le aconsejaba la carne para parecerse en fortaleza a los ingleses.

En Londres vivió tres años, entre 1888 y 1891, período en que se produjo uno de los hechos más determinantes de su vocación: el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a frecuentar a los teósofos, quienes lo iniciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad». También allí entró en contacto con las enseñanzas de Cristo, y durante un tiempo se sintió tan atraído por la ética cristiana que dudó entre ésta y el hinduismo. De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianismo, el islamismo y su religión natal, a través de lo que señaló como el principio unificador de todos ellos: la idea de renunciación.

En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien más tarde encontraría el guía para el perfeccionamiento de la práctica y la teoría de la no-violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales: había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.

Los primeros experimentos de la resistencia gandhista

Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada: la madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofreció un contrato para atender un caso de la empresa en Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad. Se embarcó hacia Sudáfrica en 1893.

En el país de los antiguos colonos holandeses vivía una colonia hindú formada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despectivamente sami. Carecían de todo derecho, se les despreciaba y discriminaba racialmente, como pudo comprobar en carne propia el joven abogado durante algunos de sus viajes en ferrocarril. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho de sufragio a los hindúes. Decidió entonces aplazar la partida un mes para organizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años.

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Durante esa larga etapa de su vida, su mayor preocupación fue la liberación de la comunidad india, y en ella fue dando forma a las armas de lucha que más tarde utilizaría e su país. En los primeros años, convencido de las buenas intenciones del colonialismo británico, abrió un bufete para defender a sus compatriotas ante los tribunales en Johannesburgo y se propuso articular un movimiento dedicado a la agitación por medios legales. Fundó el periódico «The Indian Opinion», para aglutinar a la comunidad india y, como instrumento de agitación legal, creó el Congreso Indio de Natal. Sus simpatías anglófilas le llevaron durante la guerra contra los bóers a organizar el Cuerpo Indio de Ambulancias, acción que mereció duras críticas por parte de los nacionalistas indios.

A partir de 1904 la actividad de Gandhi sufrió un cambio notable: después de leer la crítica del capitalismo contenida en «Unto The Last», de John Ruskin, modificó su estilo de vida y pasó a llevar una sencilla existencia comunitaria en las afueras de Johannesburgo donde fundó una comuna llamada Tolstói. En esa época bosquejó la teoría del activismo no-violento, que puso en marcha por primera vez para oponerse a la ley de registro. Esta ley obligaba a todos los indios a inscribirse en un registro especial con sus huellas dactilares. Gandhi ordenó a sus compatriotas que no se inscribieran, que comerciaran en las calles sin licencia y, más tarde, que quemaran sus tarjetas de registro frente a la mezquita de Johannesburgo. Como muchos de sus seguidores, fue a parar a la cárcel varias veces, pero el movimiento de resistencia civil obtuvo varios éxitos parciales.

En 1913 la protesta contra un impuesto considerado injusto se tradujo en una marcha a través del Transvaal, hasta Natal. Al año siguiente las autoridades británicas dieron marcha atrás con dicho impuesto y autorizaron a los asiáticos a residir en Natal como trabajadores libres. La victoria parecía total, y Gandhi, que había abandonado las vestimentas europeas en señal de protesta, partió definitivamente de Sudáfrica con su mujer y sus hijos. A largo plazo todos los logros de la comunidad india se perdieron y las autoridades de aquel país endurecieron aún más su política racista, pero Sudáfrica había sido el banco de pruebas donde Gandhi desarrolló y comprobó las tácticas que más tarde habría de utilizar en su tierra natal.

El Mahatma

Gandhi llegó a la India en 1915 como un verdadero héroe, con la aureola de sus campañas en el extranjero. Las masas de Bombay le tributaron un caluroso recibimiento, el gobernador inglés acudió a saludarlo y el poeta Rabindranath Tagore le dio la bienvenida en su Universidad Libre de Santiniketan. A poco de llegar, en la ciudad de Ahmedabad fundó una comunidad casi monástica en la que estaban prohibidas las vestimentas extranjeras, las comidas con especias y la propiedad privada. Sus miembros se dedicaban únicamente a dos trabajos materiales: la agricultura, para obtener el sustento, y el tejido a mano, para procurarse el abrigo. Aquí dio comienzo a una lucha que Gandhi habría de sostener durante toda su vida: la batalla contra las lacras del hinduismo y a favor de los intocables. El primer paso fue admitirlos como miembros de la comunidad.

En esos primeros años Gandhi abandonó toda agitación política a fin de apoyar los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial, llegando incluso al reclutamiento de soldados para el ejército inglés. Su entrada en la política india no se produjo hasta febrero de 1919, cuando la aprobación de la Ley Rowlatt, que establecía la censura y señalaba duras penas para cualquier sospechoso de terrorismo o sedición, le abrió los ojos acerca de las verdaderas intenciones de los imperialistas ingleses en su país. Gandhi pasó entonces a encabezar la oposición a la ley. Organizó una campaña de propaganda a nivel nacional mediante la no-violencia, que comenzó con una huelga general. Ésta pronto se extendió a todo el país y las protestas se sucedieron en las principales ciudades, donde se registraron algunos focos de violencia pese a la insistencia del líder en el carácter pacífico de las manifestaciones. Cuando acudía a Delhi a apaciguar la población, Gandhi fue detenido. Días después, el 13 de abril, el brigadier general Dyer ordenaba disparar a sus gurkas sobre la multitud reunida en el Jallianwala Bagh de la ciudad de Amritsar. La dominación inglesa había mostrado su verdadero rostro sanguinario y brutal: casi cuatrocientas personas fueron asesinadas y otras miles heridas. Pero las autoridades británicas se vieron obligadas a reconsiderar sus tácticas y la Ley Rowlatt jamás entró en vigor.

En los años siguientes a la masacre de Amritsar, Gandhi se convirtió en el líder nacionalista indiscutido, alcanzando la presidencia del Congreso Nacional Indio -partido fundado por Alan Octavius Hume en 1885-, que él supo convertir en un instrumento efectivo en pro de la independencia. De una agrupación de las clases medias urbanas, pasó a ser una organización de masas enraizada en los pueblos y en el campesinado. Se pusieron en marcha las grandes campañas de desobediencia civil, que iban desde la negativa masiva a pagar impuestos hasta el boicot a las autoridades. Miles de indios llenaron las cárceles y el mismo Gandhi fue detenido en marzo de 1922. Diez días más tarde comenzaba «el Gran Juicio», en que el Mahatma se declaró culpable y consideró la sentencia a seis años de prisión como un honor, con lo que la sesión terminó con una reverencia mutua entre juez y acusado.

Cuando salió de la cárcel -una apendicitis hizo que las autoridades coloniales lo liberaran en 1924-, encontró que el panorama político se había modificado en su ausencia: el Partido del Congreso se había dividido en dos facciones y la unidad entre hindúes y musulmanes, conseguida con el movimiento de desobediencia civil, había desaparecido. Gandhi decidió entonces retirarse de la política, para vivir como un anacoreta, en absoluta pobreza y buscando el silencio como fuerza regenerativa. Retirado en su Ashram se convirtió en esos años en el jefe espiritual de la India, en el dirigente religioso de fama internacional que muchos occidentales en busca de la paz espiritual trataban como un gurú.

Su retiro finalizó de manera brusca en 1927, cuando el gobierno británico nombró una comisión encargada de la reforma de la Constitución, en la que no participaba ningún nativo. A la cabeza de la lucha política, Gandhi consiguió que todos los partidos del país hicieran el boicot a dicha comisión. Poco después, la huelga de Bardoli, en apoyo a la negativa a pagar impuestos, terminaba en un éxito total. La victoria del movimiento animó al Congreso a declarar la independencia de la India, el 26 de enero de 1930, y se encargó al Mahatma la dirección de la campaña de no violencia para llevar a la práctica la resolución. Éste eligió como objetivo de la misma el monopolio de la sal que afectaba particularmente a los pobres-, y partió de Sabartami el 12 de marzo con 79 voluntarios con rumbo a Dandi, población costera distante 385 kilómetros. El pequeño movimiento se extendió como las olas de un estanque hasta alcanzar toda la India: los campesinos sembraban de ramas verdes los caminos por donde pasaría ese hombre pequeño y semidesnudo, con un bastón de bambú, camino del mar y al frente de un enorme ejército pacífico. El día del aniversario de la masacre de Amritsar, Gandhi llegó a orillas del mar y cogió un puñado de sal. Desde ese momento la desobediencia civil fue imparable: diputados y funcionarios locales dimitieron, los prohombres locales abandonaron sus puestos, los soldados del ejército indio se negaron a disparar sobre los manifestantes, las mujeres se adhirieron al movimiento, mientras los seguidores de Gandhi invadían pacíficamente las fábricas de sal.

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que el país pudiera escoger libremente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1942, era arrestado junto a otros miembros del Congreso, lo que produjo una sublevación en masa de los nativos, seguida por una serie de revueltas violentas en todo el territorio indio. Ésta fue la última prisión del Mahatma y quizá la más dolorosa, porque desde su presidio en Poona se enteró de la muerte de su mujer, Kasturbai. Era ya un anciano frágil y debilitado cuando salió en libertad en el año 1944.

Finalizada la guerra, y tras la subida al poder de los laboristas en Inglaterra, Gandhi desempeñó un rol fundamental en las negociaciones que llevaron a la liberación. Sin embargo, su postura opuesta a la partición del subcontinente nada pudo contra la determinación del líder de la Liga Musulmana, Jinnah, defensor de la separación del Pakistán. Dolido por lo que consideró una traición, en 1946 el Mahatma vio con horror cómo los antiguos fantasmas indios resurgían durante la celebración del Nombramiento de Nehru como primer jefe de gobierno, que fue pretexto de violentos disturbios motivados por la pugna entre hindúes y musulmanes.

Gandhi se trasladó a Noakhali, donde habían comenzado los enfrentamientos, y caminó de pueblo en pueblo, descalzo, tratando de detener las masacres que acompañaron a la partición en Bengala, Calcuta, Bihar, Cachemira y Delhi. Pero sus esfuerzos sólo sirvieron para acrecentar el odio que sentían por él los fanáticos extremistas de ambos pueblos: los hindúes atentaron contra su vida en Calcuta y los musulmanes hicieron lo propio en Noakhali. Durante sus últimos días en Delhi llevó a cabo un ayuno para reconciliar a las dos comunidades, lo cual afectó gravemente su salud. Aun así, apareció de nuevo ante el público unos días antes de su muerte.

El 30 de enero de 1948, cuando al anochecer se dirigía a la plegaria comunitaria, fue alcanzado por las balas de un joven hindú. Tal como lo había predicho a su nieta, murió como un verdadero Mahatma, con la palabra Rama (‘Dios’) en sus labios. Como dijo Einstein, «quizá las generaciones venideras duden alguna vez de que un hombre semejante fuese una realidad de carne y hueso en este mundo».

Extracto de Biografías y Vidas

Hablando de Historia…

DEL CARTÓN Y SUS PIONEROS

El cartón corrugado es un material utilizado fundamentalmente para la fabricación de envases y embalajes. Generalmente, se compone de tres o cinco papeles; los de las dos capas exteriores son lisos y el interior o los interiores corrugados, lo que confiere a la estructura una gran resistencia mecánica.
La máquina que fabrica el cartón corrugado se llama corrugadora, siendo la tradicional caja de solapas intermedias y/o caja regular el embalaje más habitualmente producido en este material.
Flautas de cartón
Se llama flauta de cartón a la ondulación producida en el papel interior de una plancha de cartón. La altura de las flautas incide directamente en las características físicas de la caja, sobre todo, en su resistencia al apilamiento (ó BCT, por sus iniciales en inglés, Box Compression Test). Este último parámetro es el más importante para productores y consumidores puesto que indica el peso que puede soportar una caja sometida a una carga por apilamiento.
Estas son las flautas más habituales y sus perfiles.

FLAUTA PARAMETROS
A 4,2-4,8 mm.
C 3,5-4,2 mm.
B 2,2-2,8 mm.
E 1,14-1,39 mm.
F 0,75-0,8 mm.
N 0,5-0,55 mm.

En las últimas décadas, el sector del cartón corrugado ha asistido a una progresiva reducción de los tamaños de flauta buscando fundamentalmente una mayor planimetría en la plancha con el fin de conseguir un registro de impresión más nítido y uniforme. Las flautas bajas (F y N) aparecieron en el mercado a finales del siglo pasado y se relacionan directamente con la reducción de los gramajes de papeles pues tan sólo se pueden fabricar utilizando papeles ligeros.
Cuando la plancha consta de dos ondas se le llama doble-doble y si está formada por una onda y un sólo papel liso, simple cara. Excepcionalmente, el cartón ondulado puede fabricarse con tres ondas y siete papeles, en cuyo caso se denomina triple.

EL CARTÓN DESDE SUS INICIOS

Las cajas de cartón
Los primeros tiempos de la industria del cartón corrugado tuvieron como protagonistas a pioneros que fabricaban todo a mano, incluso su propia maquinaria y que soñaban con métodos más rápidos de producción. A principios de 1883, el coronel Andrew Dennison usaba un banco de zapatero en Brunswick, Maine, para fabricar cajas de joyería como complemento y protección de las joyas y relojes vendidos en la pequeña tienda de su hijo en Boston.
En 1884, padre e hijo combinaron sus esfuerzos para crear un dispositivo llamado half machine que significó el fin del corte manual de los laterales. Las planchas eran cortadas a medida y se colocaban en la máquina que hendía y cortaba una esquina cada vez presionando hacia abajo. Esto fue conocido como el cortador-hendedor Dennison.
En 1885 se desarrolló una tijera de mano como mejora sobre el cuchillo de zapatero para cortar las cajas. La cizalla pronto se convirtió en la principal herramienta en la producción de cajas. Antes de que abundaran las potentes cortadoras, una sencilla planta de cajas podía tener una batería de al menos ocho o diez cizallas, todas operando al mismo tiempo.
El primer cartón corrugado
Las primeras cajas de cartón no eran muy resistentes y se deterioraban durante el transporte y almacenaje. Esta desventaja fue eliminada pocos años después por Oliver Long quien empezó a fabricar un cartón diferente, introdujo una hoja de cara estabilizante (simple cara) que ayudaba a fortalecer la hoja de corrugado (conocida posteriormente como medium) y poco después una hoja como segunda cara. Y así, con la patente de Long en Estados Unidos 150.588 de 5 de mayo de 1874 fue inventado el cartón corrugado.
Las numerosas patentes que se presentaron sobre este nuevo producto fueron adquiridas por tres fabricantes: por una parte, Robert H. Thompson y Henry D. Norris quienes unieron fuerzas y formaron la compañía Thompson & Norris y, por otra, Robert Gair que fundó la compañía Robert Gair Co. Estas dos empresas que operaban en las áreas de Nueva York y Boston disfrutaron de un sustancial monopolio durante al menos dos décadas gracias a su control de las patentes.
La caja regular
Robert Gair es considerado el padre del cartón plegado y fue uno de los pioneros de la industria del cartón corrugado. Consiguió el reconocimiento gracias al desarrollo del estilo de una caja estándar con hendidos y pegado de la solapa —llamada «caja americana»—, muy similar al sistema actual de fabricación de cajas de cartón.
Gair llegó a Estados Unidos a los catorce años en un barco procedente de Edimburgo, Escocia, para trabajar con su padre como fontanero en Nueva Jersey. Más tarde, trabajó en Nueva York en un almacén de venta al por menor en la década de 1850, antes de servir en el ejército de la Unión y, posteriormente, montó su propia empresa.
En 1879, una preparación errónea realizada por uno de sus empleados que estaba imprimiendo bolsas de semillas, le condujo al descubrimiento del proceso de corte y hendido. Gair se dio cuenta de que la regleta de impresión podía ser reemplazada por otra especial de cuchillas y reglas que podía ser usada para cortar y hender simultáneamente. Este error representó una mejora definitiva respecto al método anterior que troquelaba las planchas para hacer luego los hendidos en otra máquina.
Más tarde, ese mismo año solicitó una patente que nunca llegó a ejercer a lo largo de los años. En su solicitud, Gair manifestó que era el primer inventor de un sistema mejorado de corte y hendido de papel en la fabricación de cajas de papel. La prensa Aldine de Gair está actualmente en el museo de inventos del Instituto Franklin de Filadelfia, Pensilvania, fue la primera máquina que cortaba y hendía simultáneamente.
Las primeras máquinas en las fábricas de Thompson & Norris y Robert Gair tenían una anchura de 12 a 18 pulgadas (30,5 a 45,7 cm). Conforme aumentaron su anchura, fueron accionadas mediante correas desde una línea superior. Los rodillos de mayor diámetro eran calentados primero por inyectores de gas y posteriormente de vapor para evitar el riesgo de incendio. Las hojas exteriores o liners se pegaban a mano usando brochas similares a las de empapelar que todavía se utilizan hoy, con engrudo (una pasta de harina cocida). El médium era puesto cuidadosamente en su posición y presionado suavemente. Para que el adhesivo comenzara a pegar era necesario eliminar, por evaporación, una gran cantidad de líquido por lo que cualquier otra operación necesitaba veinticuatro horas previas de secado. Los tamaños de plancha eran muy pequeños ya que el cartón ondulado sólo se utilizaba como refuerzo interior siendo el embalaje externo una caja de madera o barril.
Simple cara (Single face)
El single face o simple cara fue producido por primera vez en rollo continuo, aproximadamente en 1880, recubriendo completamente con adhesivo una cara del liner, aplicado por una batería de brochas fijas. Una de las primeras máquinas de aplicar el adhesivo a las crestas del médium fue patentada por Robert Thompson el 7 de junio de 1890. En este proceso, el rollo de médium pasaba sobre un rodillo aplicador de adhesivo y se dejaba caer sobre el liner; el simple cara resultante era bobinado en un rollo y llevado a una sala de secado. Estas máquinas consistían básicamente, además del mecanismo adhesivo, de dos o tres rodillos acanalados huecos y calentados interiormente que se montaban verticalmente sobre ligeros bastidores de fundición.

REF: Wkpa

Del cartón corrugado y sus secretos

Cartón Corrugado Material utilizado para aumentar la resistencia al envase de acuerdo al número de cartones ondulados y planos que lo componen, el más usado en la industria del cartón para el diseño de envase plegadizo corrugado es el Single Wall, compuesto por tres cartoncillos: la parte central un cartoncillo ondulado y dos cartoncillos planos uno en la parte superior (impreso) y otro en la inferior (liner). corrugado Tipos de Flautas El cartón ondulado, ofrece diferentes grados de protección al envase de acuerdo al número de ondas o flautas que lo forman y a la altura de la misma. Tomando en cuenta estas características las flautas se clasifican en: Flauta F: Ofrece ventaja sobre las demás flautas en envases impresos de alta calidad , ya que ésta por el tamaño de sus ondas es menos perceptible. Flauta E: Conocida junto con la flauta F como flautas microcorrugadas por el mínimo tamaño que se logra en las ondas en la corrugación del medium ambas aplicadas a productos más estéticos. Flauta B: Es la más resistente al aplastamiento plano y a la absorción de impactos, un 25% más que la flauta C. Flauta C: Resiste en un 10 % más a la compresión vertical que la flauta B. flauta flautas

Derivados del cartón

Cartulina Sulfatada
Es una cartulina plegadiza compuesta de fibra virgen de gran resistencia, alta blancura y excelente recubrimiento garantizando una impresión de alta calidad. Su rigidez y resistencia la hacen la mejor elección para una gran variedad de aplicaciones y acabados, incluyendo Hot Stamping, relieve, gofrado y barnizado, etc.

sulfatada

Caple
Formado por tres capas de celulosa de diversas calidades de fibras, la cara superior (imprimible) estucada, el reverso puede ser blanco o café.

caple

Liner Café o Blanco
Fabricado a partir de fibra virgen y un porcentaje de papel reciclado, su color marrón puede presentar variaciones. Utilizado comúnmente para formar el cartón corrugado. Para conseguirse una cara blanca es recubierto superficialmente con celulosa blanca, en gramajes más altos es utilizado para la fabricación de cajas corrugadas impresas.

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Dale Carnegie

Historia de éxito de un emprendedor

NO SIEMPRE LO QUE HACEMOS NOS CONDUCE AL ÉXITO… NO SIEMPRE EL DINERO SIGNIFICA SER EXITOSO

Creo que podemos aprender mucho leyendo a los grandes emprendedores. No sé si a todos les sucede igual, pero a mí me han enseñado a cambiar mi forma de pensar y de alguna manera los interpreto como guías. Personas que, a través de su conducta, me hacen ver con mayor claridad cual es el camino que debo seguir.
No quiero repetir el mismo error que, según creo, comete la mayoría. Cuando se enfocan sólo en técnicas específicas sin tener una visión global del problema. Como si alcanzar el éxito fuese posible a través de un simple manual de instrucciones y sin tener en cuenta el factor humano. Que, y de esto no tengo la menor duda, es lo más importante. Para mí, no hay éxito posible si antes no crecemos como personas. Bueno, por algo hay tanta gente que no deja de fracasar y vive en la pobreza toda la vida.
Dale Carnegie es un autor de éxito que me agrada mucho leer. Sus historias rebosan de experiencias motivadoras. Relatos estimulantes que tienen mucho valor para mí. Su propia vida es un modelo para cualquier emprendedor. Él no nació rico y famoso; sino que, como muchos, tuvo que luchar para abrirse camino y sus primeros pasos fueron difíciles. Así lo cuenta en uno de sus libros:
“A los veintitrés años yo era uno de los jóvenes más infelices que había en Nueva York. Vendía motores de camiones para ganarme la vida. No tenía la menor idea de qué era lo que hacía funcionar un motor. Pero eso no era todo: ni siquiera me interesaba aprenderlo. Detestaba mi trabajo. Detestaba vivir en una barata habitación amueblada en la calle 66 Oeste, una habitación llena de cucarachas. Todavía me acuerdo de que yo tenía un montón de corbatas colgadas en las paredes, y cuando iba a sacar una cada mañana, las cucarachas escapaban en todas direcciones. Detestaba tener que comer en restaurantes baratos y sucios, que seguramente también estaban llenos de cucarachas.
“Regresaba todas las noches a mi solitaria habitación con un terrible dolor de cabeza, que se alimentaba y nutría con las desilusiones, las preocupaciones, la amargura y la rebeldía. Me rebelaba porque los sueños que yo había acariciado allá por los tiempos en que estaba en el colegio se habían convertido en pesadillas. ¿Esto era la vida? ¿Era esta la aventura vital que yo había esperado con tanta ansiedad? ¿Era esto todo lo que la vida iba a significar para mí, ocupado en un trabajo que despreciaba y sin esperanza alguna para el futuro? Ansiaba tener tiempo para leer. Ansiaba escribir los libros que había soñado escribir cuando estaba en el colegio.
“Sabía que tenía todo para ganar y nada para perder si abandonaba el trabajo que detestaba. No estaba interesado en hacer mucho dinero, pero sí me interesaba vivir mucho. En suma, había llegado a un Rubicán, a ese momento de decisión que debe enfrentar la mayoría de los jóvenes cuando comienzan a vivir por su cuenta. De modo que tomé mi decisión, y esa decisión alteró por completo mi futuro. Ha hecho que el resto de mi vida fuera feliz y satisfactoria más allá de mis utópicas aspiraciones.
“Esta fue mi decisión: abandonaría el trabajo que detestaba y, dado que había pasado cuatro años estudiando en el State Teachers College de Warrensburg, Missouri, estudiando para ser docente, viviría dando clases a adultos en las escuelas nocturnas. De este modo tendría el día libre para leer libros, preparar las clases, escribir novelas y cuentos. Yo quería ‘vivir para escribir y escribir para vivir’.”
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Dale Carnegie

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Los ahorros de Febrero 2014

Promoción efectiva al mencionar este comunicado y además obtendrás de un 3% a un 5% adicional en todos los productos para empaque y embalaje

FEBRERO 2014

Cajas de saldo por kilo (diferentes, medidas y resistencias)

Vigencia: hasta agotar existencias

Tipos de cajas

hay una solución para cada necesidad

Cajas de Cartón Corrugado Regular Ranuradas
(CRR)

Son las Cajas de Cartón Corrugado más comunes y las mas económicas por que se
aprovecha todo el pliego de cartón. Dos tapas cierran completamente al centro
foto_0010

Cajas de Cartón Corrugado
Traslapadas y/o tapas y fondos cruzados, Son las Cajas de Cartón Corrugado donde sus tapas se traslapan una con otra
brindando mayor seguridad y acojinamiento al producto, se usan normalmente
con productos que son más delicados o muy pesados que pueden provocar que se
desfonde o se abra.
Cajas-de-Carton-Corrugado-Caja-Traslapada

Cajas de Cartón Corrugado
Telescópica completa / o con tapa

Son Cajas de Cartón Corrugado para productos muy delicados o pesados y que
resulta muy débil a la carga vertical, es por eso que lleva un refuerzo extra
con una caja telescópica lo cual aumenta mucho su resistencia a la estiba y
brinda la facilidad de quitar solo la parte superior para acceder a la
mercancía.
telescópica

Cajas de Cartón Corrugado
Troqueladas

Cajas de Cartón Corrugado con diseños especiales, auto armable, etc.
Requieren de un suaje para su elaboración. Son todas las cajas con diseños
muy especializados, autoarmables y con cierres automáticos, como es la caja
para pizza.
Imagen3

Banda de Cartón Corrugado con Doble
Tapa o Contenedor
Es una Caja de Cartón Corrugado mejor conocida como contenedor formada por un banda que forma el cuerpo y dos
tapas, una superior y otra inferior, normalmente van flejados una vez armado.
Se usa para productos muy grandes y pesados, movidos con equipo especializado
de carga (montacargas)
Cajas-de-Carton-Corrugado-Caja-Doble-Cubierta-Anclada