Optimismo

Valores que no hay que olvidar III

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.

El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

– Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

– Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

– Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

– Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

– No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.

Manejo adecuado

de las cajas de cartón corrugado convencionales

Proteja la caja de la humedad
Evite el aplastamiento de las flautas del corrugado
No rompa, ni rasgue las esquinas durante el proceso de empaque
Coloque la caja de forma que las flautas de corrugado siempre trabajen
en sentido vertical
Apoye siempre las cuatro esquinas sobre una superficie plana y firme
No exponga a la humedad o a el agua para evitar que el papel y el
pegamento se ablanden
No aplaste ni pise las cajas,
Las estibas de la caja entregada en flat no deberá superar los 3
metros de altura
Al encintar o engrapar los aletones inferiores asegúrese que las cajas
queden bien cuadradas y que los aletones estén cerrados con los cortos
primeramente y después con los dos largos
Almacene las cajas bajo techo y de preferencia en lugares secos y
ventilados
No cargue la caja, arriba del peso máximo permitido, de acuerdo a la
resistencia de la misma.
En las estibas preferentemente utilice separadores de cartón que
actúan como niveladoras 

 

Siempre que se estiben las cajas deberán de quedar con las flautas de
forma vertical para evitar que se lastimen o definitivamente se derrumben

Estibe las cajas trabadas como ladrillos en una pared o bien  3 hacia un lado y 2 hacia el otro lado y la
fila siguiente al contrario 

 

 

Vicios
que provocan que se derrumbe una estiba,
Vista
frontalVista
superior

 

 

Vista
de la forma correcta de armar un pallet 
Por último recuerde que el cartón y la humedad no son afines,  su caja húmeda no se recupera, pierde definitivamente  hasta el 75 u 80% de resistencia.

 

 

 

La razón del cliente

Es clásico escuchar entre proveedores y clientes ‘el cliente siempre tiene la razón‘. Y aunque popular el dicho, siempre todos ellos esconden oscuras verdades.
Se habla en todas las áreas respecto al servicio obligatorio que el proveedor debe a su cliente y no obstante en muchas ocasiones a los empresarios solo le importe sacar el máximo beneficio, algunos compradores también tienen su lado oscuro, opacando y a veces descalificando la labor.

Y aquí con estas razones queda demostrado que el cliente no es siempre es tan bueno como parece:

1. Cuando el consumidor demanda un comportamiento no ético: Desgraciadamente la corrupción se está convirtiendo en uno de los temas más comentados del día a día. Mientras que el soborno es el precio que hay que pagar en algunos negocios de determinadas partes del mundo, es siempre un error trabajar con empresas que no actúan de manera ética. Ante esto, la única solución es negarse a trabajar con estos delincuentes.

2. Cuando el comprador pide cosas no razonables: en la batalla por buscar su propio beneficio, el cliente y el empresario acaban muchas veces mal. En estos casos tanto cliente como proveedor pierden ya que los conceptos como “ganar-ganar” o “socios comerciales” son solo palabras sin profundidad.
En este caso, la única solución es estar preparado para tener que romper el negocio si el cliente no se muestra razonable.
En el fondo todos sabemos que ese cliente no vale la pena.

3. Cuando el cliente es un intolerante: Sorprendentemente, todavía hay ejemplos de personas que no hacen negocios con mujeres o con personas de otra raza, otra muestra de que nos falla la memoria histórica.
Intolerable también resulta tratar con personas que por su jerarquía o puesto dentro de la empresa se permiten incluso maltratar a los proveedores.
Eso sí, no se le ocurra negociar con este tipo de individuos.

4. Cuando el consumidor compra por una razón errónea: A veces, los responsables compran o no compran cosas por razones personales más que por razones de negocios.
Usted proveedor lo único que debe hacer es retirarse de estas falsas “oportunidades” que además de no aportar pueden acarrear incluso pérdidas económicas importantes.

5. Cuando el comprador es abusivo: muchos proveedores han tenido que soportar la ira y los gritos acompañados de insultos algunas veces, de sus clientes, casi siempre tolerados por el pensamiento de que ellos, los clientes, siempre tienen la razón. Sin embargo, los clientes también se equivocan y por tanto, hay que dejar claro que no se tolerará ningún comportamiento poco profesional.

6. Cuando el consumidor no cumple un acuerdo: Los clientes a veces hacen promesas que no respetan, quizás algunas justificadas pero igualmente poco honradas. Quizás al primer incidente hay que dar al cliente una oportunidad, pero al segundo olvídese ya no lo haga, el cliente le pondrá como dice el popular dicho “la pata en el pescuezo”

Como quiera que sea la corrupción y el soborno viajan en dos sentidos y para que se dén se necesita de un “comprador” y por supuesto de un “vendedor” así que mejor atendamos la recomendación de Zig Ziglar y hagamos negocios productivos y exitosos para todos.

zig

El Cambio

En la actualidad en la industria es imperante ser una entidad que ofrece mantenimiento y cuidados a la misma, es menester asegurar la calidad de nuestros productos así como cumplir las expectativas en el servicio para nuestros clientes.

En Especialidades en Kartón estamos encaminados a su fortalecimiento y evolución. Sin miedo al crecimiento, basados en la mejora continua y con excelente actitud y compromiso, hoy por hoy trabajamos en todas las áreas para asegurar la calidad y de manera integral ofrecerle todos los productos y servicios para empaque y embalaje que requiere su empresa
Trabajamos en equipo con el compromiso firme de otorgarle el servicio y atención que se merecen, haciendo clientes, haciendo socios y por sobre todo haciendo amigos.

Aquí en este, su blog, no quisimos quedarnos atrás, le cambiamos el «look» para su mayor agrado, sin embargo vamos a seguir aprendiendo y caminando juntos con más y mejores artículos relacionados con nuestro giro, y porque no, también con todo aquello que nos encamine hacia una vida mejor, debemos recordar que el crecimiento debe ser integral y que el éxito es una recopilación de todo aquello que nos hace mejores personas y nos distingue como seres humanos extraordinarios.

Ahora con mayor empeño y dedicación es un placer continuar nuestra historia juntos.

Como dijo Octavio Paz… Sin miedo

Miedo al Cambio

Ajedrez??

Siempre pensamos en la cantidad de cosas que podemos crear con cajas de cartón de diferentes grosores y texturas, pero reconocemos que el trabajo de la diseñadora letona Nadya Dundere nos ha dejado sin palabras. El juego de ajedrez añade a su elegancia habitual un toque de creatividad y sencillez gracias al uso del cartón corrugado, totalmente respetuoso con el medio ambiente

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Ajedrez?? Si y hoy damos un paso más y proponemos una partida más seria, en la que la concentración debe ser la máxima, claro con cartón.

Objetividad

Valores que no hay que olvidar II

La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea.

Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio, experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una percepción de la realidad que puede estar equivocada.

Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente todos conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la realidad: la persona desilusionada porque había idealizado a su pareja, el muchacho que reprobó el examen porque pensó que sería más fácil de lo que esperaba, el trabajador que no juzga correctamente las circunstancias y pone en peligro a los demás, las personas que discuten porque uno de ellos se aferra a su propia visión.

Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma coherente.

Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo los problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso el escuchar la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las cosas con menos apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan inmersos en los problemas que no logramos ver la solución, por obvia que parezca. En otras ocasiones nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio equivocado por no contar con toda la información necesaria.

La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras relaciones humanas, tiene un impacto positivo en la familia. La objetividad nos permite ser más justos con quienes nos rodean y siempre nos abre las puertas.

La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese “Yo” que a veces nos pesa tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente tenemos una tendencia natural a creer que tenemos la razón. Si evaluamos siempre que existe la posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más certeros y apreciar todo con mayor objetividad.

Para vivir este valor siempre es conveniente:

– No permitir que las circunstancias o personas nublen el hecho central que estamos tratando de resolver.
– Escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente.
– No apasionarse. Los sentimientos son fundamentales para el ser humano, pero no son el único factor para evaluar un problema o situación.
– Centrarse en los hechos, no en las personas. Es fácil perder objetividad cuando decimos “es que siempre haces lo mismo, eres igual que tu papá”. Es mejor atender a qué ocurrió y que razones y consecuencias se desprenden del hecho, sin calificar a la persona.
– No precipitarse en los juicios. Quien es objetivo razona, observa, escucha y concluye en base a información. Si no se realiza este proceso los juicios son apresurados, no se vio todo lo que había en juego y tal vez no se sabe todo lo necesario para entender lo que realmente sucede.

Una persona objetiva siempre es apreciada porque genera a su alrededor un sentido real de paz y de justicia. El valor de la Objetividad, además de ahorrarnos muchos dolores de cabeza, puede hacernos mejores personas.

Arte y diversión

Sólo por su originalidad y naturalidad podríamos perfectamente exhibirlos en una galería de arte. Estos cuadros, elaborados a base de cartón y un poco de pintura, son como auténticos Picasso, totalmente aptos para ser valorados por cualquier experto en arte

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El cartón demuestra una vez más tener la capacidad de adaptarse a múltiples diseños para crear cuadros tan originales como estos.

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No solo de Ingeniería vive el hombre aquí hay propuestas, para que en casa se animen a crear su propio cuadro, o para que los más pequeños de casa hagan una divertida y creativa manualidad. Con estas propuestas de juguetes para los niños, como las famosas casas de muñecas, pero hoy lo que buscamos es que ellos mismos sean los creadores de una auténtica obra de arte.
Ya saben, nunca tiren un cartón, porque puede convertirse en la base de su primera obra de arte. ¡Dejemos que nos inspiren estos geniales Picassos!

Fuente: Cartonajes Font

Políticas de libre competencia

…en el marco de una economía global

1. Introducción
En la actualidad, las economías del mundo están viviendo un proceso de grandes transformaciones debido a los nuevos retos que impone la globalización. Esto exige que las empresas logren dominar nuevas habilidades para adecuarse a los cambios en la tecnología de producción, en las tecnologías de información y en los requerimientos y necesidades de los consumidores de todo el mundo. El reto que plantea la globalización es el de ser competitivos no solo localmente, sino también internacionalmente, pues todas las empresas de la zona que produzcan bienes o servicios similares estarán en pugna por las mejores oportunidades del mercado global. En este contexto, la libre competencia en los mercados y las políticas de libre competencias cobran relevancia particular, pues ellas determinan el escenario más propicio para que las empresas logren los estándares de competitividad que se necesitan en este nuevo orden de cosas. La vigencia efectiva de la libre competencia en los mercados nacionales, a través de la creación de una institucionalidad que haga valer las reglas de juego de manera clara y creíble, constituye una de las claves para lograr la eficiencia que los mercados internacionales exigen hoy en día de las empresas.
2. Libre Competencia
El concepto de economía de mercado tiene uno de sus fundamentos principales en la libre competencia, que resulta de la concurrencia libre en el mercado de ofertantes que producen bienes o servicios similares y , a su vez, consumidores que toman decisiones libres sobre sus compras en el mercado con información suficiente sobre las características de precio y calidad de los productos, sin que en estas decisiones intervengan fuerzas distintas a las del mercado mismo. El concepto de libre competencia se aplica normalmente en un país, y toma en cuenta a bienes nacionales como extranjeros. Por ello, las políticas de libre competencia y de libre comercio están estrechamente ligadas.
Fundamentos de la libre competencia
La competencia está basada en la libertad de decisión de los que participan en el mercado, en un contexto en el que las reglas de juego son claras para todos y se cumplen efectivamente. La libre competencia se basa fundamentalmente en la libertad de elección tanto para el consumidor, como para el productor. La libertad de elección del consumidor como la del productor son inseparables y de ellas depende en gran medida que se logre una asignación eficiente de recursos en la economía, cuando se cumple ciertas condiciones básicas; es a través de estos principios que el mecanismo del mercado asegura que los recursos productivos se dirijan a aquellos usos más productivos, entendiendo por ello aquellos bienes y servicios que los consumidores prefieren en mayor medida.
La libre competencia genera incentivos para que las empresas obtengan una ventaja competitiva sobre otras mediante la reducción de costos y la superioridad técnica. Esto resulta en un aumento de la eficiencia de las empresas para producir, un incremento de la calidad del producto que se ofrece y una disminución de los precios que permite que una mayor cantidad de consumidores tenga acceso al mercado.
Para producir los resultados deseados, el fundamento de la libre elección de consumidores y productores tiene que darse en
simultáneo con otros principios básicos del buen funcionamiento de los mercados. Estos son la libre información en los mercados, la definición precisa sobre los derechos de cada quien respecto de los bienes y servicios que se transan en el mercado, las garantías de ejecutabilidad de los pactos y el resarcimiento por daños que se ocasionen a terceros.
Retos y oportunidades que plantea la libre competencia para el empresario
La libre competencia se caracteriza por el esfuerzo de cada empresa del mercado por desempeñarse mejor que sus competidores para obtener mayores beneficios económicos . para las empresas, la libre competencia trae consigo retos y oportunidades. La libre competencia promueve la competitividad de las empresas no sólo en mercados locales, sino también en mercados externos. La libre competencia exige de las empresas una constante identificación de aquello que el consumidor necesita y desea, así como una permanente revisión de los estándares de calidad, costos y precios bajo los cuales son ofertados sus productos en el mercado, además de su organización y estrategias empresariales. La presión por captar las preferencias del consumidor en un esfuerzo por mantenerse compitiendo libremente en el mercado obliga a las empresas a mantenerse en un proceso dinámico de inversión y revisión de estrategias, que es la mejor garantía para lograr niveles de competitividad globales. Además, un a efectiva libre competencia es también la mejor garantía de que los empresarios accedan a insumos y servicios que sus productos necesitan, en condiciones competitivas.
Rol del Estado en una economía de libre competencia
Mientras las reglas de la libre competencia se cumplan, un desequilibrio entre la oferta y la demanda de un bien o servicio o alguna otra ineficiencia en la asignación de recursos tendrá un carácter transitorio y podrá ser resuelto en la mayoría de casos por las propias fuerzas del mercado. Bajo esa lógica, no existiría mayor rol para una intervención del Estado en este campo. Sin embargo, los mercados pueden tener imperfecciones que obliguen a que el Estado intervenga, sin distorsionar los principios del libre mercado, para producir mejores resultados. Las imperfecciones de los mercados que requieren de una acción del Estado pueden estar relacionadas con 3 tipos de fenómenos:
altos costos de transacción
posiciones monopólicas
prácticas restrictivas de la libre competencia.
Cuando los agentes económicos no cuentan con información suficiente para tomar sus decisiones o cuando existen externalidades en el consumo y producción de los bienes. En estos casos, imperfecciones de los mercados pueden requerir que se establezca un rol para que actué el Estado, como a través de la protección al consumidor o el control de prácticas restrictivas de la libre competencia, por ejemplo. También existe un rol que el Estado debe cumplir para garantizar que la competencia además de libre sea sana y justa, como cuando se reprime la competencia desleal a la piratería. La labor del Estado debe ser subsidiaria, por lo que debe concentrarse en evitar que se produzcan estas situaciones cuando el mercado no es capaz de resolverlas por si mismo en un plazo prudencial y sin consecuencias importantes.
También se debe tener en cuenta, la regulación de las prácticas comerciales y productivas debe ser aplicada cuando de modo natural no existan condiciones suficientes para que se produzca la libre competencia. El resultado será un mercado en el que se cumpla una regulación con el fin de preservar la libre competencia. Un mercado con estas características no será un mercado libre de intervención estatal, sino en que dicha intervención se circunscribe a que el mercado opere tal como debe ser una situación de libre competencia. La tarea fundamental de las políticas de libre competencia es asegurar que sus principios se hagan efectivos. Como factor regulador de la economía, la libre competencia necesita un marco legal efectivo y organismos que lo hagan cumplir para que el comportamiento de los agentes en el mercado no atente contra los fundamentos, el comportamiento de los consumidores y/o otros agentes productivos, por lo tanto contra los fundamentos del sistema de libre mercado.
Casos en que no se cumple la libre competencia
Algunos de los casos más severos y más tratados de restricción a la libre competencia son el abuso de posición de dominio, además de los casos de monopolio y las prácticas restrictivas de la libre competencia. Otras violaciones del principio de libre competencia son la competencia desleal, el dumping y subsidios, el uso ilícito de marcas y/o de propiedad intelectual ajenas, la falta de información al consumidor, entre otras. Todas ellas determinan que se quiebre el mecanismo por el cual las preferencias de los consumidores, expresadas libremente en el mercado, orientan a los productores a hacer el uso más eficiente posible de los recursos productivos de los que dispone una economía.
3. Características del monopolio
En una situación de monopolio, un solo productor satisface la demanda de todos los consumidores. Ello le permite la posibilidad de determinar el precio y la cantidad que más le convienen al monopolista a costa de extraer recursos del consumidor. Una situación de monopolio, sin regulación alguna, determina que el precio sea mayor al que ocurriría en una situación de libre competencia, y que la cantidad disponible sea menor. Es importante señalar que la existencia de un solo proveedor en un mercado no define necesariamente una situación de privilegio, para lo cual se requiere analizar la existencia de barreras de entrada que inhiban al ingreso de rivales potenciales a la industria en el largo plazo.
Si el monopolio no es sujeto de ninguna regulación, es lógico suponer que el monopolista hará lo necesario para aprovecharse de la situación en que se encuentra, es decir, tener precios mayores que los que permitiría una situación de libre competencia. Es preferible, en el corto plazo, para los consumidores un esquema de libre competencia que uno de monopolio. Es importante diferenciar los efectos de corto plazo y largo plazo en el caso de estructuras no competitivas, pues si bien las condiciones de corto plazo pueden resultar en un perjuicio para el consumido, es en el largo plazo a través del gasto en investigación y desarrollo de nuevas variedades e incluso de nuevos productos, que podrá juzgarse los efectos positivos o negativos en el excedente del consumidor de una situación no competitiva.
Existen situaciones en que el monopolio es inevitable, como cuando se trata de monopolios naturales, en que no sería viable o sería excesivamente caro que existieran dos proveedores de un mismo servicio, como por ejemplo los servicios públicos (agua potable, electricidad).
Sin embargo, existen posibilidades de desarrollar marcos regulatorios que permitan mayores niveles de competencia, aun en estos rubros tradicionalmente sujetos a una situación de monopolio, como aquellos que establecen la obligación de que las redes de transmisión de energía se pongan a disposición de diferentes empresas generadoras de energía.
4. Empresas en posición de dominio
Se entiende que una empresa o varias gozan de una posición de dominio en el mercado cuando pueden actuar de modo independiente con prescindencia de sus competidores, compradores, clientes o proveedores debido a factores tales como la participación significativa de las empresas en los mercados respectivos, las características de la oferta y la demanda de los bienes o servicios, desarrollo tecnológico o servicios involucrados, el acceso de competidores a fuentes de financiamiento y suministros, así como redes de distribución. Para determinar si una empresa se encuentra en una posición de dominio se debe delimitar el mercado en que actúa la empresa, es decir, el mercado relevante, incluyendo en éste los bienes o servicios que puedan sustituir al que es materia de análisis. La posición de dominio es un concepto que representa la independencia de una empresa para fijar precios, condiciones de venta o prácticas comerciales, en general en las que su capacidad de negociación en el mercado se ve favorecida. Una participación en el mercado no necesariamente es indicativa de una posición de dominio en el mismo. Para ello tendría que conjugarse otros factores como barreras de entrada al mercado de manera significativa.
En los términos definidos, una empresa puede tener una posición de dominio en el mercado, sin que ello constituya una violación de los principios de libre competencia. La empresa con una posición de dominio del mercado no está obligada a obtener la aprobación previa de las autoridades que lo regulan para realizar las actividades que ha planificado. La empresa dominante debe tener en principio la libertad de actuar en el mercado bajo su propia responsabilidad. La tarea de la política regulatoria de la libre competencia se limita a entrar en acción y aplicar correcciones sólo cuando ocurren casos de abuso y a obligar a una empresa a actuar de manera acorde con los principios de la libre competencia. Por consiguiente, la supervisión se puede cumplir sólo en la medida en que una determinada empresa abusa de su posición de dominio en el mercado en detrimento de otros. Así, la política de libre competencia regulará el mercado, para la cual debe verificar en cada caso si una empresa tiene una posición dominante, en qué función (proveedor o comprador), en qué actividades (una categoría determinada de bienes o servicios) y en qué mercados. Un criterio importante en cada caso es hasta qué punto el otro lado de la transacción puede recurrir a otros productos o a otros clientes.
Entre las principales prácticas que se constituyen en abuso de posición de dominio se tiene:
la negativa injustificada de compra o venta
el trato discriminatorio en prácticas comerciales
cláusulas de atadura y otros de efecto equivalente.
Se considera que existe abuso de posición de dominio en el mercado cuando una o más empresas que se encuentran en posición de dominio actúan de manera indebida con el fin de obtener beneficios y causar perjuicios a otros, que no hubieran sido posibles de no existir la posición de dominio.
Debido a las condiciones de sus mercados objetivos, las empresas pueden desarrollar procesos de integración horizontal y/o vertical. Las horizontales se asocian a la integración de dos o más empresas de una misma industria (mediante fusiones) mientras que las verticales se vinculan a procesos de integración con empresas que operan en etapas anteriores y/o posteriores a una industria en particular (igualmente mediante fusiones). Las fusiones son matrimonios corporativos en los que las empresas implicadas renuncian a du independencia total o parcialmente y comienzan una nueva relación comercial permanente. Existen diferentes formas de fusión, la más frecuente de las cuales es por medio de adquisición de acciones de una empresa. Actualmente en algunos países llevan a cabo controles sobre las fusiones como parte de sus políticas de libre competencia.
Práctica restrictiva de la libre competencia
Las prácticas restrictivas de la libre competencia son las concertadas entre empresas con el objeto de restringir la libre competencia, estas prácticas son siempre una violación de los principios de la libre competencia y por tal es castigada por ley. Esto es lo que se considera una práctica per se ilegal, es decir que prohíbe objetivamente el desarrollo de una conducta independientemente que pueda o no generar daños al mercado. De esta forma se evita incurrir en costos administrativos para determinar la razonabilidad de una práctica económica de una práctica económica. En el caso de otras violaciones de las normas de competencia se acepta la regla de la razón, es decir, se discute la posibilidad de distorsionar los mecanismos de competencia caso por caso, evaluando el daño potencial o efectivos tanto en los consumidores como en el desarrollo de largo plazo de la industria, evitando una intervención distorsionante.
Política de comercio exterior
Para que una política de comercio exterior contribuya a preservar los principios de la libre competencia en el mercado internacional, debe seguir el sistema de libre comercio y apertura de mercados para que las ventajas de la competencia puedan establecerse también en los mercados mundiales y se intensifique en los mercados nacionales. Las políticas de libre comercio permiten que tanto consumidores como productores acceden a bienes finales e intermedios, tanto nacionales como extranjeros, ampliando su derecho a la libre elección. Para ello las reglas de la libre competencia en el mercado interno deben ser similares a las que rigen en el mercado internacional, asimismo, los productos nacionales deben estar expuestos a la competencia leal de productos externos, de manera que logren incorporar las exigencias sobre calidad, tecnología e innovación que el mercado global hace sobre cada producto. En un contexto de globalización como el actual, que se irá profundizando cada vez más, las empresas no sólo compiten localmente, sino que empiezan a hacerlo con todas las empresas del mundo. Su permanencia en el mercado sólo puede asegurarse si logran estar en condiciones de enfrentar dicha competencia.
Las restantes políticas públicas tienen impacto indirecto en la política de competencia, salvo el caso de la política comercial, cuyo impacto es directo. La relación entre estas políticas se da en la medida en que estas últimas impactan sobre las condiciones de la estructura, conducta y/o desempeño de las firmas que se desarrollan en cada uno de los mercados. Las políticas públicas no distorsionantes tienen efectos sobre la competitividad, pero no necesariamente sobre las condiciones de competencia en los mercados.este es el caso de los tributos, aranceles, regímenes cambiarios, condiciones financieras, entre otras.
Cuando las políticas públicas están orientadas a la asignación de los recursos por el sector privado, en un marco de regulación, es posible afirmar que las políticas publicas actúan de manera consistente con los lineamientos de la política de competencia. El argumento critico es la intervención no distorsionante. La existencia de políticas públicas que no sigan este derrotero tendrá efectos negativos sobre las condiciones de competencia en los mercados a largo plazo.
Relación entre la política de libre competencia y la política de libre comercio
Las políticas de libre comercio proveen mecanismos para evitar situaciones de abuso de posición de dominio. Esto podría llevar a pensar que las políticas de libre competencia y las políticas de libre comercio son políticas sustitutas, y que una economía puede escoger cualquiera de ellas para crear estructuras de mercado competitivas y promover la eficiencia económica. No obstante, la teoría moderna de la organización industrial, particularmente por las implicancias de la geografía en limitar el flujo de bienes y servicios entre los mercados, sugiere que este carácter sustituto es muy limitado, por lo que las políticas de libre competencia y de libre comercio son, en realidad, complementarias.
5. Conclusión
El libre comercio entre naciones es una fuerza fundamental para el progreso. El comercio ayuda a las economías a crecer, a ser más eficientes y a innovar. Una política sostenida de libre comercio crea empleos, y los estudios muestran que los empleos que se crean tienden a ser de alta calidad y bien remunerados. Si bien los procesos de apertura comercial pueden implicar problemas de empleos temporalmente, una vez que los factores de producción se reasignan a usos más productivos, los efectos sobre el empleo son positivos.
Este nuevo fenómeno está exigiendo que las empresas logren dominar nuevas habilidades para adecuarse a los cambios en la tecnología de producción y en los requerimientos y necesidades de los consumidores. El nuevo reto que plantea la globalización es el de ser competitivos no sólo localmente, sino también internacionalmente, pues todas las empresas del orbe que produzcan bienes o servicios similares estarán en pugna por las mejores oportunidades del mercado global. En este contexto, la libre competencia en los mercados y las políticas de libre competencia cobran una relevancia particular, pues ellas determinan el escenario más proclive para que las empresas logren los estándares de competitividad que se necesitan en este nuevo orden de cosas.
Durante los últimos años, en el marco del proceso de globalización, se han producido importantes cambios en la actividad productiva: se han estandarizado los diseños y componentes, se subcontrata globalmente diferentes componentes de cualquier producto, se está utilizando personal más calificado e insumos de mejor calidad y menor costo y se han desarrollado nuevos y muy amplios sistemas de información y comercialización. Las nuevas tendencias tienen implicancia marcada en materia de localización, de competitividad y de eficiencia. Estas tendencias han creado posibilidades y oportunidades antes inexistentes para las empresas locales, como proveedoras de bienes y servicios para las grandes empresas y como competidores eficientes en nichos del mercado exterior. La globalización, la regionalización y los esfuerzos por crear grupos de integración comercial, están posibilitando la entrada a nuevos países que antes estaban cerrados comercialmente, pudiéndose así ampliar los mercados. Ello permite a las empresas locales disfrutar de las ventajas de economías de escala, disminuyendo sus costos, facilitar el acceso a los insumos requeridos; desarrollar nuevos productos para satisfacer necesidades diversas y optimizar el marketing de sus productos.
Pero la globalización de la economía mundial también plantea retos y presiona a las empresas a ser más eficientes en los términos en que son eficientes el resto de empresas que compiten en el mercado mundial. La globalización está obligando a las empresas a repensar sus procesos productivos, a buscar mejores y más baratos insumos, a identificar y conocer mercados para crear nuevas formas de llegar al consumidor y a buscar nuevas tecnologías que les permitan reducir costos y precios. La apertura del comercio está obligando a las empresas del mundo a ser competitivas a escala mundial, única manera de aprovechar las oportunidades de la economía globalizada.
6. Fuente
BOLOÑA BEHR, Carlos. (2000) Experiencias para una economía al servicio de la gente. Editorial Nuevas Técnicas Educativas – Netusa. Lima – Perú.
INDECOPI. (1998). Lima – Perú

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos10/poli/poli.shtml#ixzz2yjxRuJkl

Los valores perdidos

afectan nuestras relaciones

Dicen que la adversidad que atravesamos es consecuencia de una crisis de valores. En paralelo y en numerosos discursos en distintos ámbitos hay una permanente llamada en este sentido: ¡Hacen falta valores! ¡Necesitamos volver a los valores! ¡Tenemos que recuperar los valores! …Pero, ¿sabemos cómo nos impactan? ¿Estamos dispuestos a modificar nuestros comportamientos, nuestras actitudes y ambiciones?

Desconocemos dónde están y que forma tienen los valores. Nadie puede comprarlos, ni sabemos su precio. Lo que sí conocemos es el costo que estamos pagando por haberlos dejado de lado. Vemos empresas que se apoyan en la gestión por valores con la intención de vertebrar de alguna forma la cultura interna hacia una rectitud corporativa en el desempeño de la actividad profesional e industrial que desarrollan. En ocasiones los vemos enmarcados y colgados a la entrada del edificio o en los ascensores, y estos valores, que encuentro artificiales, me llevan a pensar… ¡Soñaba el ciego que veía y eran las ganas que tenía!

Los valores en la sociedad empresarial siguen siendo tema de conversación, pero solo tema de conversación. Creo que falta entrar en acción a fondo. Bastará con que gestionemos nuestros negocios, empresas y organizaciones como si se tratase de nuestra única y más valiosa oportunidad de causar una buena e inmejorable impresión en todo aquel con el que tratamos diariamente: equipos, compañeros, clientes, proveedores y colaboradores para que veamos su efecto. Ofrezcamos un trato a nuestros interlocutores como si nunca fuésemos a tener una segunda oportunidad para esa ocasión en la que estamos inmersos. Para ello propongo nueve valores: honestidad, honradez, coherencia, integridad, humildad, responsabilidad, generosidad, aceptación y lealtad.

Comencemos despegando con la honestidad, que es ser sincero con uno mismo y además tener una intención limpia. Sigamos con la honradez, que es ser sincero y limpio de intención pero en este caso con el otro, con aquel con el que nos relacionamos. Para abundar en los valores, debemos entrar en la humildad que, bien entendida, pasa por decir la verdad sobre uno mismo, el propio negocio o la función que desempeñemos, siempre sin apariencias, reconociendo lo sombrío o mejorable si hace falta y aportando con llana generosidad lo brillante de nuestras capacidades o habilidades de gestión.

Volver a los valores pasa por ser generoso, pero generoso de uno mismo, con independencia de que tengamos más o menos medios materiales y/o económicos. Entregar la mejor actitud, la mejor escucha, la mejor capacidad de comprensión, también pasa por entregar la mejor exigencia personal y profesional, la que nos convierte en ejemplo para los demás. Una persona que es ingeniosa, ingenia; una persona que es generosa, genera. Generemos con ingenio ese ámbito de valores que tanto echamos de menos.

En este ejercicio de volver a los valores nos encontramos de frente con el ego. La pose que nos impide vivir desde la naturalidad de nuestro ser. El ego es enemigo directo de los valores, pues se los salta para poder existir. El ego es una falsa existencia que desgasta al que lo enarbola y además lo conduce a la ansiedad. Es una falsa identidad construida sobre mentiras y falsedades que han de ser mantenidas en el tiempo con esfuerzo y artificio por miedo a ser descubierto. El ego no dice la verdad de uno mismo ni dice la verdad a los demás. Lejos de generar algo, lo que hace es succionar y debilitar. Lejos de aportar, lo que hace es llevarse para sí algo engañosamente merecido, arrebatándoselo a los demás y argumentándolo como justificable.

Todos los profesionales somos responsables de generar riqueza, debemos desplegar valores y ser coherentes en el proceso. Si nos pronunciamos de una manera, deberemos comportarnos en consecuencia, en caso contrario, mejor ser prudente y permanecer en silencio ya que el mensaje que lanzaremos o el comportamiento que desplegaremos será demoledor contra nuestra persona y por supuesto contra el entorno profesional. Cuando combinamos la honestidad y la honradez, y las vivimos con autenticidad, de forma coherente en nuestra forma de vivir, logramos ser íntegros. La integridad es percibida de forma inmediata por nuestro entorno personal y profesional.

La aceptación es otro valor que conviene recordar. Aceptar al otro es comprender su situación y características dentro del legítimo derecho que tiene de existir de la manera en que existe. Podemos aceptar a alguien y a la vez no compartir su perspectiva sobre un asunto, igual que cuando viajamos a cualquier país con choque cultural aceptamos su cultura aunque no la compartamos. En el momento en el que hay falta de aceptación del otro, entramos en conflicto. Dentro de las empresas la falta de aceptación mezclada con una dosis de ego dan como resultado el ya habitual mobbing. Cuando se produce mobbing entre países o culturas lo llamamos guerra.

La envidia nunca puede ser sana, siempre será nociva. Normalmente o envidiamos o admiramos a alguien. Admirar a alguien por una promoción es sano, tenerle envidia sana es envidiar. El reconocimiento debemos extenderlo a todas las personas con las que trabajamos y convivimos. En el reconocimiento va implícito el respeto, otro valor que es necesario recuperar. Admirar y entregar reconocimiento con respeto a un compañero al que, aunque no compartamos sus perspectivas, aceptamos tal cual es, nos hace ser coherentes y humildes, algo que bien podemos ejercitar a diario. Esto mismo pasa cuando desplegamos lealtad, que es permanecer junto a una persona o causa con independencia del cambio de criterio o circunstancias vividas en el tiempo.

De todos nosotros y del tinte que le demos a las relaciones con nuestros colaboradores, con nuestros equipos, con nuestros clientes y con nuestros proveedores, depende que vuelvan los valores. Si queremos apostar por ellos y recuperarlos, debemos tener valor para comportarnos desde ellos, incorporándolos a nuestro día a día profesional. Creo que es el momento de empezar a ofrecerlos de forma sistemática.

Gandhi…

una historia de etica y no-violencia

Mohandas Karamchand Gandhi

Entre los grandes teóricos que modificaron la configuración política e ideológica del mundo en el siglo XX, figura este hombre de austeridad inflexible y absoluta modestia, que se quejaba del título de Mahatma (‘Gran Alma’) que le había dado, contra su voluntad, el poeta Rabindranath Tagore. En un país en que la política era sinónimo de corrupción, Gandhi introdujo la ética en ese dominio a través de la prédica y el ejemplo. Vivió en una pobreza sin paliativos, jamás concedió prebendas a sus familiares, y rechazó siempre el poder político, antes y después de la liberación de la India. Este rechazo convirtió al líder de la no-violencia en un caso único entre los revolucionarios de todos los tiempos.

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en un remoto lugar de la India, en la ciudad costera de Porbandar, del distrito de Gujarat. Este era entonces un mosaico de minúsculos principados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto sobre la vida de sus súbditos. Su padre, Karamchand Gandhi, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a la casta de los banias, mercaderes de proverbial astucia y habilidad en el comercio. Su madre, llamada Putlibai, procedía de la secta de los pranamis, quienes mezclaban el hinduismo con las enseñanzas del Corán. Era una mujer profundamente religiosa y austera que dividía su tiempo entre el templo y el cuidado de los suyos, amén de practicar frecuentes ayunos. En la formación espiritual de Mohandas, que sentía un ilimitado amor por sus padres, además de la adoración a la diosa Visnú que profesaba la familia, concurrieron una serie de culturas y credos amalgamados: el hindú, el musulmán, el jain. Este último tuvo especial influencia en su filosofía: los jains practicaban la no-violencia no sólo con los animales y los seres humanos, sino incluso con las plantas, los microbios, el agua, el fuego y el viento.

Ejemplo típico de tardía genialidad, Mohandas fue un adolescente silencioso, retraído y nada brillante en los estudios, que pasó sin llamar la atención por las escuelas de Rajkot. A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad llamada Kasturbai, de quien estaba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó una culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.

Como sus calificaciones no mejoraron en el instituto, la familia decidió enviarlo a Londres para seguir los cursos de abogacía del Inner Temple, cuyas exigencias eran menores que las de las universidades indias. Con tanto miedo como excitación, el muchacho se embarcó en Bombay en septiembre de 1888. Tenía diecinueve años y acababa de ser padre por primera vez. Antes de partir había prometido solemnemente a su madre no seguir la costumbre inglesa de comer carne, dado que el visnuismo lo prohibía. Varias veces en su adolescencia había transgredido tal norma, impulsado por un amigo que le aconsejaba la carne para parecerse en fortaleza a los ingleses.

En Londres vivió tres años, entre 1888 y 1891, período en que se produjo uno de los hechos más determinantes de su vocación: el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a frecuentar a los teósofos, quienes lo iniciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad». También allí entró en contacto con las enseñanzas de Cristo, y durante un tiempo se sintió tan atraído por la ética cristiana que dudó entre ésta y el hinduismo. De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianismo, el islamismo y su religión natal, a través de lo que señaló como el principio unificador de todos ellos: la idea de renunciación.

En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien más tarde encontraría el guía para el perfeccionamiento de la práctica y la teoría de la no-violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales: había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.

Los primeros experimentos de la resistencia gandhista

Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada: la madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar. Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofreció un contrato para atender un caso de la empresa en Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad. Se embarcó hacia Sudáfrica en 1893.

En el país de los antiguos colonos holandeses vivía una colonia hindú formada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despectivamente sami. Carecían de todo derecho, se les despreciaba y discriminaba racialmente, como pudo comprobar en carne propia el joven abogado durante algunos de sus viajes en ferrocarril. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho de sufragio a los hindúes. Decidió entonces aplazar la partida un mes para organizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años.

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Durante esa larga etapa de su vida, su mayor preocupación fue la liberación de la comunidad india, y en ella fue dando forma a las armas de lucha que más tarde utilizaría e su país. En los primeros años, convencido de las buenas intenciones del colonialismo británico, abrió un bufete para defender a sus compatriotas ante los tribunales en Johannesburgo y se propuso articular un movimiento dedicado a la agitación por medios legales. Fundó el periódico «The Indian Opinion», para aglutinar a la comunidad india y, como instrumento de agitación legal, creó el Congreso Indio de Natal. Sus simpatías anglófilas le llevaron durante la guerra contra los bóers a organizar el Cuerpo Indio de Ambulancias, acción que mereció duras críticas por parte de los nacionalistas indios.

A partir de 1904 la actividad de Gandhi sufrió un cambio notable: después de leer la crítica del capitalismo contenida en «Unto The Last», de John Ruskin, modificó su estilo de vida y pasó a llevar una sencilla existencia comunitaria en las afueras de Johannesburgo donde fundó una comuna llamada Tolstói. En esa época bosquejó la teoría del activismo no-violento, que puso en marcha por primera vez para oponerse a la ley de registro. Esta ley obligaba a todos los indios a inscribirse en un registro especial con sus huellas dactilares. Gandhi ordenó a sus compatriotas que no se inscribieran, que comerciaran en las calles sin licencia y, más tarde, que quemaran sus tarjetas de registro frente a la mezquita de Johannesburgo. Como muchos de sus seguidores, fue a parar a la cárcel varias veces, pero el movimiento de resistencia civil obtuvo varios éxitos parciales.

En 1913 la protesta contra un impuesto considerado injusto se tradujo en una marcha a través del Transvaal, hasta Natal. Al año siguiente las autoridades británicas dieron marcha atrás con dicho impuesto y autorizaron a los asiáticos a residir en Natal como trabajadores libres. La victoria parecía total, y Gandhi, que había abandonado las vestimentas europeas en señal de protesta, partió definitivamente de Sudáfrica con su mujer y sus hijos. A largo plazo todos los logros de la comunidad india se perdieron y las autoridades de aquel país endurecieron aún más su política racista, pero Sudáfrica había sido el banco de pruebas donde Gandhi desarrolló y comprobó las tácticas que más tarde habría de utilizar en su tierra natal.

El Mahatma

Gandhi llegó a la India en 1915 como un verdadero héroe, con la aureola de sus campañas en el extranjero. Las masas de Bombay le tributaron un caluroso recibimiento, el gobernador inglés acudió a saludarlo y el poeta Rabindranath Tagore le dio la bienvenida en su Universidad Libre de Santiniketan. A poco de llegar, en la ciudad de Ahmedabad fundó una comunidad casi monástica en la que estaban prohibidas las vestimentas extranjeras, las comidas con especias y la propiedad privada. Sus miembros se dedicaban únicamente a dos trabajos materiales: la agricultura, para obtener el sustento, y el tejido a mano, para procurarse el abrigo. Aquí dio comienzo a una lucha que Gandhi habría de sostener durante toda su vida: la batalla contra las lacras del hinduismo y a favor de los intocables. El primer paso fue admitirlos como miembros de la comunidad.

En esos primeros años Gandhi abandonó toda agitación política a fin de apoyar los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial, llegando incluso al reclutamiento de soldados para el ejército inglés. Su entrada en la política india no se produjo hasta febrero de 1919, cuando la aprobación de la Ley Rowlatt, que establecía la censura y señalaba duras penas para cualquier sospechoso de terrorismo o sedición, le abrió los ojos acerca de las verdaderas intenciones de los imperialistas ingleses en su país. Gandhi pasó entonces a encabezar la oposición a la ley. Organizó una campaña de propaganda a nivel nacional mediante la no-violencia, que comenzó con una huelga general. Ésta pronto se extendió a todo el país y las protestas se sucedieron en las principales ciudades, donde se registraron algunos focos de violencia pese a la insistencia del líder en el carácter pacífico de las manifestaciones. Cuando acudía a Delhi a apaciguar la población, Gandhi fue detenido. Días después, el 13 de abril, el brigadier general Dyer ordenaba disparar a sus gurkas sobre la multitud reunida en el Jallianwala Bagh de la ciudad de Amritsar. La dominación inglesa había mostrado su verdadero rostro sanguinario y brutal: casi cuatrocientas personas fueron asesinadas y otras miles heridas. Pero las autoridades británicas se vieron obligadas a reconsiderar sus tácticas y la Ley Rowlatt jamás entró en vigor.

En los años siguientes a la masacre de Amritsar, Gandhi se convirtió en el líder nacionalista indiscutido, alcanzando la presidencia del Congreso Nacional Indio -partido fundado por Alan Octavius Hume en 1885-, que él supo convertir en un instrumento efectivo en pro de la independencia. De una agrupación de las clases medias urbanas, pasó a ser una organización de masas enraizada en los pueblos y en el campesinado. Se pusieron en marcha las grandes campañas de desobediencia civil, que iban desde la negativa masiva a pagar impuestos hasta el boicot a las autoridades. Miles de indios llenaron las cárceles y el mismo Gandhi fue detenido en marzo de 1922. Diez días más tarde comenzaba «el Gran Juicio», en que el Mahatma se declaró culpable y consideró la sentencia a seis años de prisión como un honor, con lo que la sesión terminó con una reverencia mutua entre juez y acusado.

Cuando salió de la cárcel -una apendicitis hizo que las autoridades coloniales lo liberaran en 1924-, encontró que el panorama político se había modificado en su ausencia: el Partido del Congreso se había dividido en dos facciones y la unidad entre hindúes y musulmanes, conseguida con el movimiento de desobediencia civil, había desaparecido. Gandhi decidió entonces retirarse de la política, para vivir como un anacoreta, en absoluta pobreza y buscando el silencio como fuerza regenerativa. Retirado en su Ashram se convirtió en esos años en el jefe espiritual de la India, en el dirigente religioso de fama internacional que muchos occidentales en busca de la paz espiritual trataban como un gurú.

Su retiro finalizó de manera brusca en 1927, cuando el gobierno británico nombró una comisión encargada de la reforma de la Constitución, en la que no participaba ningún nativo. A la cabeza de la lucha política, Gandhi consiguió que todos los partidos del país hicieran el boicot a dicha comisión. Poco después, la huelga de Bardoli, en apoyo a la negativa a pagar impuestos, terminaba en un éxito total. La victoria del movimiento animó al Congreso a declarar la independencia de la India, el 26 de enero de 1930, y se encargó al Mahatma la dirección de la campaña de no violencia para llevar a la práctica la resolución. Éste eligió como objetivo de la misma el monopolio de la sal que afectaba particularmente a los pobres-, y partió de Sabartami el 12 de marzo con 79 voluntarios con rumbo a Dandi, población costera distante 385 kilómetros. El pequeño movimiento se extendió como las olas de un estanque hasta alcanzar toda la India: los campesinos sembraban de ramas verdes los caminos por donde pasaría ese hombre pequeño y semidesnudo, con un bastón de bambú, camino del mar y al frente de un enorme ejército pacífico. El día del aniversario de la masacre de Amritsar, Gandhi llegó a orillas del mar y cogió un puñado de sal. Desde ese momento la desobediencia civil fue imparable: diputados y funcionarios locales dimitieron, los prohombres locales abandonaron sus puestos, los soldados del ejército indio se negaron a disparar sobre los manifestantes, las mujeres se adhirieron al movimiento, mientras los seguidores de Gandhi invadían pacíficamente las fábricas de sal.

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que el país pudiera escoger libremente sus decisiones. Al día siguiente, el 9 de agosto de 1942, era arrestado junto a otros miembros del Congreso, lo que produjo una sublevación en masa de los nativos, seguida por una serie de revueltas violentas en todo el territorio indio. Ésta fue la última prisión del Mahatma y quizá la más dolorosa, porque desde su presidio en Poona se enteró de la muerte de su mujer, Kasturbai. Era ya un anciano frágil y debilitado cuando salió en libertad en el año 1944.

Finalizada la guerra, y tras la subida al poder de los laboristas en Inglaterra, Gandhi desempeñó un rol fundamental en las negociaciones que llevaron a la liberación. Sin embargo, su postura opuesta a la partición del subcontinente nada pudo contra la determinación del líder de la Liga Musulmana, Jinnah, defensor de la separación del Pakistán. Dolido por lo que consideró una traición, en 1946 el Mahatma vio con horror cómo los antiguos fantasmas indios resurgían durante la celebración del Nombramiento de Nehru como primer jefe de gobierno, que fue pretexto de violentos disturbios motivados por la pugna entre hindúes y musulmanes.

Gandhi se trasladó a Noakhali, donde habían comenzado los enfrentamientos, y caminó de pueblo en pueblo, descalzo, tratando de detener las masacres que acompañaron a la partición en Bengala, Calcuta, Bihar, Cachemira y Delhi. Pero sus esfuerzos sólo sirvieron para acrecentar el odio que sentían por él los fanáticos extremistas de ambos pueblos: los hindúes atentaron contra su vida en Calcuta y los musulmanes hicieron lo propio en Noakhali. Durante sus últimos días en Delhi llevó a cabo un ayuno para reconciliar a las dos comunidades, lo cual afectó gravemente su salud. Aun así, apareció de nuevo ante el público unos días antes de su muerte.

El 30 de enero de 1948, cuando al anochecer se dirigía a la plegaria comunitaria, fue alcanzado por las balas de un joven hindú. Tal como lo había predicho a su nieta, murió como un verdadero Mahatma, con la palabra Rama (‘Dios’) en sus labios. Como dijo Einstein, «quizá las generaciones venideras duden alguna vez de que un hombre semejante fuese una realidad de carne y hueso en este mundo».

Extracto de Biografías y Vidas

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